Adicción a las redes sociales: Su mal uso afecta a la felicidad
No saber gestionar el uso que hacemos de las redes sociales puede conllevar numerosas consecuencias negativas como, por ejemplo, perjudicar a nuestras relaciones personales y a nuestra concentración, o provocarnos estrés y ansiedad.
Que las redes sociales han cambiado nuestras vidas es algo evidente. Es raro que a día de hoy la gente no tenga un perfil en Facebook o Twitter, sobre todo entre personas jóvenes.No solo usamos las redes para comunicarnos de una manera rápida y efectiva. Hace tiempo que estamos enganchados y sentimos la necesidad de vivir 'conectados' continuamente.
Mucha gente ya no concibe su vida sin compartir absolutamente todo lo que hace o sin exhibir sus fotografías a través de Facebook, Twitter e instagram, que son las tres más utilizadas en todo el mundo.
LA ADICCIÓN A LAS REDES SOCIALES EXISTE
Actualmente estamos conectados las 24 horas del día. Cuando vamos en el metro, en una sala de espera, en clase, o incluso cuando has quedado con un grupo de amigos... la escena que suele repetirse es la de gente que no es capaz de desviar la mirada de sus 'smartphone' ni siquiera un minuto.
Esto es un síntoma clarísmo de que la adicción a lar redes sociales está ahí, ya que, como explica Begoña, podemos hacernos adictos a muchas cosas. En cuanto a las redes sociales, se trata de "un uso anormal en términos de intensidad y frecuencia de uso, que puede llegar a alterar el disfrute y la vida cotidiana".
Según explica la psicóloga, que además es profesora en el Centro Universitario de Ciencias de la Salud San Rafael-Nebrija, las adicciones surgen cuando "nos acostumbramos y vinculamos a las cosas porque nuestra red de neuronas emite sustancias químicas, y nos hacemos adictos a las emociones que generan". Lo que suele ocurrir con las redes sociales es que nos enganchamos porque en ellas solo se suele proyectar lo positivo, o porque nos producen gratificación o buenas sensaciones casi al instante.
El sector más propenso a caer en esta tipo de adicción es el de los menores y los jóvenes, ya que "no han aprendido a regular aún sus emociones", asegura. Además, recuerda que si aparecen "síntomas como la falta de atención, la alta dispersión, o la incapacidad de alejarse del móvil" puede ser señal de alarma.
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